Las mentorías como fundamento en la responsabilidad empresarial
AGOTADOS. Sencillamente agotados. La crisis COVID trajo sin duda un sinfín de eventos desagradables. Muertes. Tristezas. Miedos. Frustraciones. Impacto financiero.
Así mismo, fue un parteaguas para la gran mayoría de las personas, en el sentido humanista y/o espiritual. Aprendimos a reconstruirnos desde la compasión, apreciar la importancia de la cercanía humana, valorar nuestros trabajos y familias. Sobre todo, tuvimos la grandísima fortuna (para quienes lograron verlo de esta manera) de replantear prioridades y ahondar en nuestra propia esencia.
Tuvimos (para bien o para mal) que aprender a vivir con nosotros mismos. Y en este camino de aprendizaje muchas cosas positivas sucedieron: i) Las empresas comprobaron que la continuidad del negocio puede no verse comprometida con el trabajo remoto e inclusive, gran parte de ellas, se han visto favorecidas en términos de eficiencia, revenues, ahorro de gastos corporativos, entre otros; ii) los empleados también se vieron beneficiados al argumentar que se sienten más felices porque tienen tiempo de calidad con la familia, libertad para trabajar desde diferentes lugares y están más enfocados a resultados; sienten protección por parte de la empresa que cuida de su salud.
El COVID expuso muchas vulnerabilidades operativas de las empresas y las cadenas de suministro y, a todos, desde nuestras trincheras nos puso a prueba. Muchas empresas sobrevivieron y por desgracia muchas otras no; recordando que, al hablar de empresas, hablamos de personas…
En la actualidad, una vez pasada la tormenta COVID, las empresas se están replanteando muchos modelos diferentes de trabajo, que van desde la flexibilidad traducida en la posibilidad de elegir horarios, trabajar por proyectos; hasta la automatización de tareas estratégicas basadas en la inteligencia artificial.
Y, por otro lado, las personas cada vez más intentarán DEFENDER todo aquello que lograron: calma, bienestar, logros espirituales y balance de vida, ya sea a través de la “renuncia silenciosa”, en la que los empleados se limitan a cumplir con lo básico o en una renuncia total, tengan o no, otra oportunidad laboral.
Es imperioso, para las empresas que se enfoquen cada vez más en las necesidades emocionales de los empleados. Invertir en el capital humano. ¿Y cómo se logra esto?, partiendo desde las necesidades básicas innatas: abrazando, escuchando, brindando apoyo.
Creo firmemente, que la manera en que las empresas pueden lograr cambios significativos es a través de las mentorías, construyendo un espacio en el que, tanto el mentor como el aprendiz crean una experiencia emocional, además de didáctica. Ambas partes están dispuestas, abiertas y conscientes de “dar y recibir”.
Hay un DESEO y una CONQUISTA de ambos lados.
Desde el punto de vista del mentor, el deseo de “hacerles el camino más corto”, a través de su conocimiento y experiencias, al mismo tiempo que “acompaña y sostiene; y la conquista de redireccionar a la persona para que éste encuentre nuevamente su motivación para abrirse a nuevos caminos, nuevas formas de comportamiento, que le den seguridad, confianza y posicionamiento.
Desde el punto de vista del aprendiz, el deseo de ser escuchado en un ambiente seguro que lo ayude a conquistarse a sí mismo, lo mueva de su área de confort, encontrar estructura y dirección con mayor claridad.
¡Ánimo a las empresas a considerar implementar en las empresas, mentorías externas dirigidas, bajo una metodología integral!
¡Brindemos experiencias de calidad para desarrollar el factor humano desde lo HUMANO!